Práctica de fútbol, ​​lecciones de piano, llevar y traer niños, clase de baile, citas para jugar, la lista sigue y sigue…

Estas actividades no solo hacen que nuestras familias estén extremadamente ocupadas, sino que también nos mantienen fuera de casa. Muchos de nosotros creemos que es importante mantener ocupados a nuestros hijos y ayudarlos a cultivar amistades, explorar nuevos intereses y mantener las conexiones sociales (todo lo cual es benéfico); pero el ajetreo a expensas del tiempo en casa puede ser perjudicial. La mayoría de nuestras familias, incluida la mía, están tan absortas en hacer cosas que nos olvidamos de la simple importancia de sentarnos a comer juntos. Y como resultado, nuestros hijos pueden pagar las consecuencias.

Muchas familias pasan por alto esta sencilla tarea y no comprenden los beneficios que comer juntos tiene a largo plazo. Lo crea o no, los estudiantes que comen de 4 a 7 comidas por semana con su familia tienen el doble de probabilidades de obtener buenas calificaciones. Sus contrapartes que comen menos de tres veces a la semana con sus familias reportan más distracciones durante estas comidas. Los televisores suelen estar encendidos; los teléfonos u otros dispositivos pueden distraer y no existe una conversación significativa. La simple verdad es que las familias donde los adolescentes asisten con frecuencia a las cenas familiares encuentran mucho de qué hablar. Quién sabe, es posible que usted se entere del nuevo interés de su hijo por los deportes o las artes o puede que se entere de los problemas que tiene en la escuela o con sus amigos. Cualquiera que sea la conversación, aproveche estos momentos para hablar con sus hijos. Y no se olvide, la hora de comer les da a nuestros hijos la oportunidad de hablar sobre las cosas que les molestan.

Los adolescentes y adultos jóvenes que buscan tratamiento para cosas como ansiedad, depresión, problemas emocionales y abuso de substancias, tienen aproximadamente la mitad de probabilidades que sus compañeros de tener comidas familiares frecuentes y regulares. Es una verdad muy simple: las cenas familiares tienen un vínculo con la salud mental.

Use esos momentos para practicar y modelar los Elementos #1 y #2: Apoyo familiar y Comunicación familiar positiva. Estudio tras estudio han encontrado que los adolescentes que comen con frecuencia con sus familias son más propensos a decir que sus padres están orgullosos de ellos y estos adolescentes también dicen que sus padres son personas en las que pueden confiar.

Entonces, mi desafío para cada uno de nosotros esta semana es dejar las llaves y tomar un tenedor. Fíjense una meta, como familia, para aumentar la cantidad de veces que comparten una comida juntos.