Los niños quieren teléfonos celulares para conectarse con sus compañeros, entablar amistades y encontrar un sentido de pertenencia. ¿Cuándo es el mejor momento para que tengan su primer dispositivo móvil? No hace mucho, mi hijo hizo la pregunta a la que todo padre moderno se enfrentará en algún momento u otro: «¿Puedo tener un teléfono inteligente?»

Mi hijo tiene 12 años, por lo que mi esposa y yo pensamos que en realidad éramos bastante afortunados de haber evitado esta conversación hasta ahora. Parece que los niños de hoy tienen su propio dispositivo móvil a edades más tempranas que hace tan solo unos años. Mientras hablábamos con nuestro hijo, me di cuenta de que estábamos abordando la cuestión desde dos puntos de vista diferentes. Nuestro hijo es un típico estudiante de secundaria y ve el dispositivo móvil como una herramienta social, una forma de encontrar un sentido de pertenencia con sus compañeros. Quiere ponerse en contacto con sus amigos de la escuela y la iglesia sobre la tarea, el baloncesto y todas las otras pequeñas aventuras de la vida, y tal vez disfrutar de algunos juegos y aplicaciones adicionales.

Como la mayoría de los padres, mi esposa y yo abordamos la cuestión de los teléfonos inteligentes desde un ángulo diferente. En nuestra mente, la necesidad principal de los niños de tener un dispositivo móvil es comunicarse con sus padres y hermanos. La vida familiar es más fácil cuando todos pueden comunicarse (o ser encontrados) en cualquier momento (Elemento #11: Límites familiares). Sin embargo, este deseo perfectamente razonable de estar en estrecho contacto con su familia debe balancearse con otros factores, como el temperamento único de cada niño o niña, y el impacto general que la tecnología tendrá (y ya ha tenido) en la vida familiar. Entonces, como padres de familia, antes de que podamos dar una buena respuesta a esta solicitud, primero debemos hacernos algunas preguntas:

¿Puede un teléfono celular facilitarle la vida? Los padres a menudo abordan la cuestión del teléfono celular pensando que les facilitará la crianza de sus hijos. Si bien es cierto que los teléfonos celulares son convenientes, probablemente “facilitar” no sea la primera palabra que muchos padres de preadolescentes y adolescentes usen para describir el efecto general que la tecnología móvil ha tenido en sus vidas. Como consejero familiar, siempre escucho a padres de familia que se sienten frustrados por la forma en que los dispositivos móviles dominan la vida de sus hijos. El uso y mal uso de estos dispositivos se ha convertido en un foco importante de su crianza diaria. Hay aplicaciones y juegos con los que usted debe de familiarizarse, reglas que imponer con respecto al envío de mensajes de texto, poner límites de tiempo en los juegos, hablar de la posibilidad de depredadores en línea y saber que todos los rincones de Internet estarán disponibles para que los niños los exploren. Los padres deben tener en cuenta la cuestión primordial de la Seguridad (Elemento #10) junto con el deseo de cada niño de poseer un teléfono. Sí, es probable que haya momentos en los que estos padres estén felices de tocar una pantalla y ponerse en contacto con sus hijos. Pero la primera pregunta que los padres deben hacerse es si esos momentos de conveniencia superan las complicaciones. Cuando les damos a nuestros hijos una ventana electrónica portátil a todo lo que el mundo tiene para ofrecer, nuestros desafíos de crianza aumentan, no disminuyen. Esos desafíos se pueden manejar, pero debemos tener buenas razones para adentrarnos en este territorio.

¿Es el dispositivo realmente por seguridad? No hace mucho, leí una historia sobre una madre que le había regalado teléfonos a sus hijos como una «red de seguridad» para cuando sus hijos fueran a la escuela. Una tarde, su hijo de 13 años no llegó a casa. Llamó a su teléfono varias veces, pero solo recibió el correo de voz. Aterrada, llamó a la escuela, quien llamó por radio al conductor del autobús escolar, quien registró su autobús para encontrar al niño durmiendo en un asiento trasero. Mientras esta madre contaba la historia, notó que la razón por la que había comprado los teléfonos de sus hijos era para mantenerlos a salvo mientras iban a la escuela al otro lado de la ciudad. Pero cuando surgió lo que parecía una emergencia, el teléfono de su hijo no hizo ninguna diferencia. (La batería supuestamente se había agotado). Esta madre reconoció algo que muchos padres ahora entienden: nadie tiene un teléfono inteligente «solo para emergencias». Esto supone que los teléfonos están siempre encendidos, que todos están conectados constantemente. Los niños sin dispositivos móviles llevan años tomando decisiones seguras. Efectivamente, la seguridad es algo que debe preocupar a todos los padres, pero es una conversación mucho más importante que si nuestros hijos tienen una conexión electrónica constante de regreso a casa.

¿Es mi hijo lo suficientemente maduro para tener un teléfono celular? Tener un teléfono móvil significa poder comunicarse fácilmente con amigos y familiares, pero los juguetes maravillosos de alta tecnología de hoy tienen muchas más funciones que el enviar mensajes de texto y llamar. Un niño no tarda más de unos minutos en descubrir cómo usar la cámara, cómo enviar imágenes y cómo visitar un enlace enviado por un amigo. Puede configurar controles parentales e incluso bloquear el uso para solo llamadas y mensajes de texto. Pero esos tipos de límites son a menudo … bueno, limitados. Los niños saben lo que pueden hacer sus dispositivos, qué juegos están disponibles y qué sitios web «educativos» les permitirás visitar durante unos minutos. Entonces, la estrategia principal para enseñar el uso saludable de la tecnología debe ser ayudar a nuestros hijos a comprender las pautas sabias, el discernimiento y las habilidades de Abstinencia (Elemento #35). Los niños enfrentan docenas de opciones cada vez que toman un teléfono, y es fundamental que podamos confiar en ellos para tomar buenas decisiones.

Antes de darle un teléfono celular a su hijo, pregúntese: ¿Toma mi hijo buenas decisiones sobre los límites de tiempo? ¿Tiene discernimiento mediático? ¿Está comprometido a seguir los límites de la tecnología sabiamente? Si no puede responder «sí» a las tres preguntas, tal vez el niño no esté listo para un teléfono celular. Si respondió “no”, inicie una conversación sobre cómo será el uso del teléfono en su vida familiar. Háblelo todo, desde la etiqueta social básica y los modales hasta todo el contenido problemático que puede encontrar un niño. Ayude a sus hijos a comprender las consecuencias de enviar fotos por mensajes de texto a sus amigos, el administrar de forma segura las redes sociales, los riesgos de compartir información privada, el cómo lidiar con los acosadores y cualquier otra persona que desee comunicarse con ellos.

Hable sobre la cualidad adictiva de los juegos y el contenido de Internet, y reafirme una cultura familiar que practica el discernimiento y respeta los límites razonables de tiempo en los medios de comunicación. Hable con sus hijos sobre la Planeación y la toma de decisiones (Elemento #32) y cómo frenar la propensión a permitir que el teléfono domine su tiempo. No siempre tomarán buenas decisiones porque todavía están aprendiendo. Aún así, antes de entregar a sus hijos una puerta digital al resto del mundo, asegúrese de que su confianza supere sus preocupaciones cuando se trata de la capacidad de sus hijos para actuar con sabiduría y permanecer dentro de los límites que se han establecido en la familia.